Airfit, una idea feliz para cuidar el cuerpo
Nacho Larriba tenía 16 años cuando empezó a aficionarse a ir al gimnasio. Conocía todos los secretos de esos templos del fitness
donde la gente, además de ponerse en forma e intentar perder peso, se
mira una a otra disimuladamente para comparar bíceps. “Me di cuenta de
que muchas personas no lograban adelgazar. Por un lado, no todo el mundo
puede permitirse pagar las mensualidades para ir a un gimnasio. Y, por
otro, en un gimnasio no siempre se dice la verdad sobre hábitos
saludables por temor a ser juzgado por la falta de actividad física”,
asegura Larriba.
Este joven madrileño de 31 años, sonrisa arrolladora y vitalidad
espídica, estudió Ingeniería Informática, primero becado en la
Universidad de Comillas (ICAI) y después en la Politécnica, pero soñaba
con montar su propio negocio. A punto de abandonar la carrera y abrir un
gimnasio, su novia Virginia y un profesor de la universidad le animaron
a continuar y a llevar a cabo la idea que desde hacía tiempo rondaba
por su cabeza: crear un cerebro inteligente que diseñara un programa
personalizado capaz de adecuar el ejercicio físico a las necesidades
reales de cada usuario.
Tenía la idea, las ganas y unos cuantos amigos que le ayudarían a
desarrollar el proyecto, aunque le faltaba algo esencial: dinero. Pero
no sería eso lo que le impidiese llevar a cabo su sueño. Así que decidió
que si los bancos no le facilitaban financiación, iría puerta por
puerta, despacho por despacho, hasta que alguien depositase su confianza
en él.
Aprovecharon el material que la universidad desecha, y fueron
contenedor por contenedor recogiendo monitores, pantallas, sillas,
mesas, CPU. Con eso, y con 3.006 euros, empezó a construir Airfit,
una empresa que hoy cuenta con 14 personas en nómina y está valorada
nada menos que en cinco millones de dólares (4,10 millones de euros).
Gracias a herramientas como las que facilita Amazon,
Airfit consiguió presencia a nivel mundial. Después, los gimnasios se
interesaron por este cerebro de inteligencia artificial que es capaz de
programar en tres segundos una clase de pilates para una mujer de 30
años embarazada o diseñar una tabla de ejercicios para un hombre de 50
años, fumador y que mantiene una vida sedentaria. Ahora Airfit estudia
expandirse hacia el mundo del videojuego, las redes sociales y las
aplicaciones de móviles y tabletas.
La de Nacho Larriba
es una historia de ambición, lucha y optimismo. “Me han dado con la
puerta en las narices 99 millones de veces, pero el otro millón no”,
recuerda orgulloso este ya exitoso hombre de negocios, que reconoce que
le han intentado comprar la empresa en más de una ocasión pero siempre
lo ha rechazado.
Para Nacho Larriba el valor de la compañía que ha levantado con sus
propias manos no radica exclusivamente en lo económico, sino también en
la satisfacción de ser testigo de su desarrollo, del esfuerzo de quienes
han trabajado para su evolución constante y sobre todo en salir
adelante en una situación tan complicada como la que hoy se vive en el
país.
Fuente: El Pais
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