Cafés y... Experiencias!




La cadena de cafeterías Starbucks, con unos 20.000 establecimientos en más de 60 países, tiene un tíquet medio en EEUU en el entorno de los cuatro dólares (unos tres euros al cambio actual). En una cafetería de perfil tradicional, un café cuesta unos 1,2 dólares aproximadamente (al cambio, unos 0,91 euros). Como me enseñó un profesor años atrás, yo en un Starbucks no veo café, veo margen.

Piénselo, 2,8 dólares (unos dos euros al cambio) para innovar. Cuando me enteré de que tenían la intención de entrar en nuestro país creí que jamás triunfarían. Por suerte no soy banquero de inversión y no desaconsejé a nadie comprar acciones.

Es evidente que no acerté aunque probablemente me hubieran promocionado igualmente, visto como están las cosas hoy día. ¿Se ha planteado por qué ellos pueden vender un producto a precio muy superior al que ofrece el bar de la esquina .
Esa diferencia se «justifca» gracias al márketing de experiencias. Un márketing que aborda dimensiones que tienen que ver con los sentidos (olfato, vista), las emociones (orgullo, felicidad) y pensamientos (sorpresa, provocación). Es decir, en lugar de fijarse en el propio producto (el café servido en la taza) se enfocan en todo lo que envuelve el café.

A Starbucks no le va mal con esa estrategia. Desde que se lanzó al parquet la acción en 1992 ha subido algo más del 8.000%. Y eso que la compañía comenzó como cualquier otro negocio pequeño, con una única tienda en Seattle, en el estado de Washington en EEUU, en el año 1971.

En las últimas semanas he estado liderando sesiones de innovación comercial con directivos internacionales provenientes de Europa, Oriente Próximo y África.
Más de 100 individuos considerados con potencial por sus empresas, famosas multinacionales fabricantes de conocidos productos.

Es decir, son los mejores de entre todos los empleados de las empresas implicadas. Con ellos hemos trabajado en cómo pueden ayudar a sus empresas a seguir creciendo de manera rentable buscando nuevas oportunidades más allá de sus productos.

Resulta estimulante para mí comprobar cómo estas corporaciones, con un músculo enorme, se inspiran en las ideas y visión de pequeños negocios que innovan y desafían lo evidente.
Y lo hacen en muchas dimensiones: el proceso de trabajo, el lugar donde se crea el producto o el servicio que van a vender, la personalización, la materia prima que utilizan para la producción.  Esos emprendedores son capaces de crear experiencias que permiten valorar mucho más el producto, generando margen e incluso fdelizando a los clientes.
Es decir, que esas empresas pequeñas están haciendo bien las cosas. En el futuro pueden ser como Starbucks, generando miles de empleos. Porque no ven café, ellas ven experiencias (y margen).

Fuente: El Periodico de Cataluña
Autor: Pablo Foncillas

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